¿Qué es la insuficiencia venosa crónica? Parte I.

Chica sacando piernas a través de la ventanilla del coche.

La insuficiencia venosa crónica (IVC) es la incapacidad de las venas para realizar el retorno de la sangre al corazón, con la consiguiente acumulación de esta en las piernas.

[En la parte II, trataremos los síntomas y tratamiento. Enlace aquí.]

La sangre necesita mecanismos de bombeo para que ocurra el retorno venoso, pues la sangre pasa a las venas con una presión 8 veces menor que la que tenía a la salida de la aorta y no sería capaz de realizar este retorno sin la ayuda de estos mecanismos.

Mecanismos del sistema circulatorio.

Los mecanismos que evitan la insuficiencia venosa crónica en los miembros inferiores ayudan llevar la sangre en sentido ascendente a través del organismo. Son los siguientes:

  • Válvulas venosas que impiden que la sangre retroceda. Se abren por el impulso con el que llega la sangre y se cierran con el efecto de la gravedad.
  • Bomba muscular que empuja la sangre hacia el siguiente nivel valvular.
  • Bomba plantar;  el apoyo de la planta del pie comprime las venas y de esta manera impulsa la sangre hacia el corazón.

En casos de insuficiencia venosa crónica, estos mecanismos no funcionan correctamente es cuando se presenta la insuficiencia venosa. La mayoría de los pacientes presentan problemas asociados a una alteración de las válvulas venosas. Esta se queda algo abierta por lo que parte de la sangre se escurre y cae al tramo inferior, produciendo una dilatación por hiperpresión en las venas superficiales.

Factores de riesgo de la insuficiencia venosa crónica.

Entre los factores de riesgo que pueden desencadenar o empeorar una insuficiencia venosa crónica son:

  • Edad: con el paso del tiempo la elasticidad de las venas disminuye y no realizan eficientemente el retorno venoso
  • Sexo: es más frecuente en mujeres debido a una predisposición hormonal o tratamientos como los anticonceptivos.
  • Antecedentes familiares: es una de las enfermedades hereditarias más comunes.
  • Embarazo: las venas se dilatan para que llegue más sangre al útero. Además, el feto cuando va creciendo comprime las venas a nivel pélvico dificultando el drenaje de las extremidades inferiores, ya de por sí deteriorado por el aumento de peso y la falta de actividad física.
  • Hábitos de vida: el sedentarismo y las personas que pasan más de 5 horas de su jornada laboral de pie o sentadas. Esto obliga al aparato circulatorio a sobreesforzase para que la sangre vuelva al corazón.
  • Obesidad/sobrepeso y mala alimentación: fomentan la aparición de hipertensión venosa.
  • Tabaquismo: la nicotina dificulta la circulación de la sangre. Provoca vasoconstricción, aumento de la viscosidad de la sangre y cambios morfológicos de los hematíes.

[En la parte II, trataremos los síntomas y tratamiento. Enlace aquí.]

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